En estas páginas se le pedirá que contemple cómo “el lenguaje” del autismo modela nuestras perspectivas.
Verá que no me referiré al autismo como una discapacidad o enfermedad.
No verá la palabra “trastorno” ni tampoco leerá la palabra “autismo” en palabras mayúsculas.
No ponemos en mayúsculas cáncer de mama, diabetes, glaucoma, depresión u otras condiciones que no incluyan el nombre de su descubridor (o sea epónimos) como en el caso de Asperger. Poner “autismo” en letras mayúsculas es hacer una declaración visual que le asigna una autoridad y un poder que no merece. (leer más)